sábado, 21 de agosto de 2010

LA FAMILIA DE JOSE FAUSTINO Por :Raul Porras B.

Don Nicolás Rebaza afirmó, para ilustrar la progenie de su pariente, que era de una noble familia de España, hijo de don Agustín Sánchez Carrión y de doña Perfecta Aranda y nieto del Corregidor de Huamachuco don Martín de Aranda, alcalde de Trujillo en 1765 y señor de títulos y campanillas. La verdad documental es otra.


El padre de Sánchez Carrión fue un hombre de acción y de trabajo, dedicado a la explotación de minas y haciendas en la región de Huamachuco en la que debido a su esfuerzo llegó a poseer algunas estancias en Chunquiquilca, Llautobamba, Río Cancha, Guayto, San Juan de Matará, Fecce, Rafallán, Casahuete y Huataullo. Las minas le dieron alternativamente prosperidad y pobreza. En lo social adquirió en Huamachuco una expectable situación. Era Administrador de Correos de los partidos de Cajamarquilla y Huamachuco y en 1805 y 1816 fue Alcalde de Huamachuco. Don Agustín era nieto de don José Sánchez del Risco y el nombre de Carrión, de ascendencia materna, probablemente era originario de Piura y acaso de Loja.

En los archivos notariales de la región quedan huellas de la actividad económica del padre: ventas constantes de casas, tierra y haciendas en la jalca vecina de Huamachuco, que hablan de una fortuna oscilante y mantenida por el esfuerzo. Don Agustín Sánchez Carrión casó con doña Teresa Rodríguez y Lesama, vinculada a familias de la cercana Cajabamba. Tuvo siete hijos legítimos, de su primer matrimonio, de los que sobrevivieron dos: Fermina, la mayor y el quinto, José Faustino, siempre de salud delicada. Los demás hermanos morirían probablemente hostigados por la rudeza del clima del páramo serrano. La madre murió el 11 de Enero de 1794, cuando su hijo José iba a cumplir siete años, y el padre se volvió a casar en 1808 con doña Sebastiana Palomino. De este matrimonio provino Mariano, maestro en domar caballos, inmortalizado en un bello retrato romántico.

El niño José Faustino nació en la casa de su padre que éste había comprado tres años antes en 1784, de los bienes de doña Juana Sal y Rosas. La casa, que subsiste, era la principal del pueblo, en la esquina de la plazuela, con frente a ésta y colindando con el templo de San José, antiguo adoratorio o terraza ceremonial del Inca. Todas estas referencias documentales atestiguan la posición social de una familia española burguesa, de vivir hidalgo, en un pueblo andino, principalmente de indios.

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