sábado, 21 de agosto de 2010

HUAMACHUCO - EL PUEBLO NATAL DE JOSE FAUSTINO

Sánchez Carrión, el tribuno arrogante, el verbo futuro de la revolución en el Perú, nace en un oscuro y remoto pueblecito andino, a 30 leguas de la costa y a 3,241 metros sobre el nivel del mar. El caserío español de Huamachuco, humilde y anónimo, surgió junto a otro pueblo o tambo indígena, Marca-Huamachuco, situado al borde del camino del Inca, del Cuzco a Quito y en el que había, como en tantos otros pueblos del Tahuantinsuyo, un tambo real y un adoratorio solar. El pueblo silencioso y sin historia –únicamente el cuadro apacible de sus montañas y de sus rebaños en un recodo andino-- parece como abrigado y escondido por las sierras, según el decir de Cieza, y, en el siglo XVIII, dice el geógrafo oficial del Virreinato, don Cosme Bueno, no obstante de ser la capital de la provincia no tiene más de particular que ser "un paraje frío y asiento del corregidor". En lo demás es un pueblo anónimo y desamparado, como otros tantos pueblos del Perú, en el que no hay sino un Sub-Delegado, un cura, una plaza y una iglesia. El resto, lo que alegra el alma de sus tres mil habitantes y les compensa la pena de vivir, es la austeridad petrificada de sus montañas, el aire puro, el cielo azul imperturbable. "El Perú es el país por excelencia de los lugarejos, aislados entre montañas ignotas", dirá más tarde un historiador y viajero ilustre. Pero por debajo de aquellos pueblos humildes e incomunicados, pasa el cauce profundo de la nacionalidad y se ahonda la historia con una fuerza de eternidad. Como ondas sísmicas, sienten ellos, periódicamente, llegar las grandezas y las tragedias del Perú. Túpac Yupanqui y Huayna Cápac detuvieron sus andas frente al atónito caserío, en sus marchas del Cuzco a Quito. Pizarro durmió dos días en las estancias deso- ladas de Huamachuco, en su marcha de Cajamarca al Cuzco. Bolívar plantó su tienda en ese mismo pueblecito en la campaña Libertadora y más tarde, en 1883, en el más aciago momento de nuestra historia, toda la atención del Perú, se volverá de pronto hacia Huamachuco, porque junto al adoratorio indígena y a la torre de la iglesia española, un grupo heroico y desesperado se enfrentará, bravamente, defendiendo la tierra al invasor. Huamachuco fue entonces, por un momento, el corazón del Perú. Después, abrigado por sus cerros, volvió a ser el humilde pueblecito andino, uno de tantos "lugarejos" que para el historiador extraño, forman el antiguo y milenario Perú. Pero el destino del pueblecito, marca incaica, curato español, capital de provincia republicana, se ilumina particularmente de gloria y de esperanza el 13 de Febrero de 1787, porque ese día nace en su seno José Faustino Sánchez Carrión, el fundador de la República.

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